Miseria helada, eclipse de ideales,
de morir joven triste certidumbre,
cadenas de oprobiosa servidumbre,
hedor de las tinieblas sepulcrales.
Centelleo de vívidos puñales
blandidos por ignara muchedumbre,
para arrojamos desde altiva cumbre
hasta el fondo de infectos lodazales;
ante nada mi paso retrocede,
pero aunque todo riesgo desafio,
nada mi corazón perturba tanto,
como pensar que un día darme puede
todo lo que hoy me encanta, amargo hastío,
todo lo que hoy me hastía, dulce encanto.
Julian del Casal