El Que Dirán….
Desde la antigüedad, la sociedad se ha mantenido constante y segura en medio de una enmarañada red de puntos de vista, comentarios y cuchicheos. Si bien, esto ha ayudado a mantener el orden, principalmente desde el ámbito moral, también ha servido para mantener alejados a todos aquellos que no logran, o a su vez, no desean caer en estos juegos de palabras, críticas y sarcasmos. Todo aquel que quiera integrarse en una comunidad, debe estar receptivo a que de vez en cuando se hable de él, en buen o mal sentido, según su comportamiento. ¿Pero esto es sano para la sociedad?
En la actualidad, una gran cantidad de población vive en grandes ciudades, donde una de las ventajas más evidentes es la aparente invisibilidad como persona. Sea para bien o para mal, y a no ser que seas de la farándula, siempre vas ha permanecer invisible a la mayoría de las personas, y eso, pensáramos, nos ayudaría a permanecer libres del que dirán, pero ni aún así podemos escapar al escrutinio de la sociedad. Con tan solo saludar al vecino, al portero y al expendedor de víveres de la esquina, ya estas liado. Esos personajes estarán listos en cualquier segundo para soltar un chisme, un chascarrillo o un comentario. Tan sólo llega un par de veces con ciertos amigos, y te vuelves un juerguista, sal todos los fines de semana y serás un alcohólico, ten un par de amigas y no te bajaran de perro. Ante esto, ¿Cómo reaccionamos?
Bien, una de las primeras cosas es la negación. No me importa. Que hablen, que digan, que hagan lo que quiera, yo vivo mi vida de la mejor manera y como me plazca. Bien, eso funciona, hasta el momento en que la hija del vecino te deja de mirar a los ojos, el portero te saluda con sequedad, y el tendero no se ríe de tus chistes. Hasta ahí llega la máscara del no me importa. Entonces viene la segunda etapa: Todo está bien.
Ésta etapa consiste en tratar de pasar por alto el como la gente se comporte diferente a tú paso. Disimulas, ríes con nerviosismo y tratas de aparentar de que no pasa nada, el problema no es mío, es de los otros, ellos no saben lo que se pierden. (Yo por supuesto) Lo más difícil es tener que tratar con personas en el día a día y que ellos te traten despectivamente. Pero esta etapa puede durar mucho, o muy poco. Por supuesto, habrá algún otro juerguista, alcohólico o perro que quiera ser tu amigo, pero tú lo miraras con sospecha, ya que has escuchado las cosas que ha hecho, o dicen que ha hecho. Además ese dicho que dice “el que anda con lobos…” no te ayuda en absoluto.
Siguiente etapa. Entrar en el juego.
Y viene la jugada maestra. No hay más opción. Debes entrar en el juego. Si bien antes no te importaba lo que hacía tu vecino, o lo que oías en el ascensor, ahora es de vital importancia, debes estar listo a recopilar la mayor cantidad de información para utilizarle en tu bien. Con esa información lograrás que el portero olvide su sequedad y se vuelva confidente, y que el tendero, olvide (a ratos) tus chismes y se centre en la vida de algún otro. Y una vez has entrado, no podrás salir.
Ahora eres parte de la comunidad y debes alegrarte, aprendiste como funciona la sociedad, haces parte de su sistema de símbolos y sentidos y sobre todo, te convertiste en parte de la moral práctica de tu entorno.
Bienvenido al mundo de los Chismes.
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