Bueno tengo una súper noticia. En estos momentos estoy con mucha rabia. La verdad no soy una persona que se deje llevar por la furia, pero desafortunadamente hoy no fue el día en el cual pude refrenar ese hecho.
Toda la tarde la pase en la casa de un compañero de la universidad con un grupo de amigos organizando un coloquio de la escuela de historia donde estudio. Desde las dos de la tarde hasta las nueve de la noche fue dándole de forma dura y constante; donde cabe decir solo nos ofrecieron un tinto.
Después de salir y pasar por un trafico espantoso llego a casa, re-mamado y encuentro a mi hermana por hay dando vueltas de arriba a abajo con su bendito novio. Entro y encuentro la cocina hecha un basurero, sin pistas de que haya decidido cocinar, o por lo menos pistas de que por allí haya pasado sus manos. Siendo esta la situación me dirijo a un puesto de comida rápida y pido unas papas ya que el hambre y el cansancio son una bomba, por lo menos para mí; me dan mal genio.
Después cuando estaba comiendo, llega ella, con su apéndice (léase su novio) y me dice que soy yo el que debe ir a fiar a la tienda, ya que ella se peleo con la señora, porque le había pedido unas pinzas que le había prestado como hacia tres días, y el cual la señora siendo su dueña se las pedía. Y ese fue el motivo de la discusión. La situación es así, si la analizamos: aparte de que le hizo un favor, encima le queda debiendo. (Que mas da, así es mi querida hermanita) Yo de metido, le reproche y eso conllevo una palabra a otra y de otra más fuerte a otra mucho más fuerte, hasta que finalmente le dije la frase que me hizo ganar la batalla:
“No, yo nunca hago un favor; y es mas nunca le haría un favor a usted”
Con esta frase proferida en medio de un pequeño grupo de personas los cuales miraban a todos los lados menos a donde estábamos, me di por satisfecho. Y ví como comiéndose sus propias palabras tuvo que ir a pedir fiado lo de la comida, con el perro faldero que tiene como novio.
En estos precisos momentos los dos tórtolos están abajo, comiendo, importándole a mi hermana un carajo si tengo o no hambre aun. Pero no puedo dejar de pensar que son el uno para el otro, si ella es inútil, pues no alcanza a mantener un trabajo por el plazo de un mes, él lo es más. No hace nada, que sepa nunca ha trabajado, y creo que su razón de vivir es venir todos los días desde las cinco de la tarde de visita a mi casa, ¡TODOS LOS DIAS!, ¡TODA LA SEMANA!, ¡TODO EL MES!
Bueno, ya son las once y afortunadamente mi ira se ha ido enredada en el océano de palabras que ya habéis leído, aunque aun sigo escuchando en el primer piso, a ese par de enamorados hablar de forma melosa y estupida que a veces tanto me fastidia.
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