Daniel Samper Ospina
Como no aguanto tanta presión de grupo, he decidido volverme uribista.
De modo que de ahora en adelante botaré mis libros de filosofía y mi filósofo de cabecera será José Obdulio Gaviria.
Creeré que la meritocracia para ser nombrado en u
na embajada consiste en ser hijo de un político uribista, ojalá costeño y ojalá corrupto.
Creeré que los paras eran un mal menor, necesario para acabar con la guerrilla.
Me parecerá que los crímenes de los paras no eran tan graves.
Estigmatizaré a la izquierda y pensaré que cuanta persona oiga a Silvio Rodríguez, tome vino caliente o use mochila, en realidad es un terrorista en potencia.
Creeré que vamos ganando la guerra y lo que nos hacía falta era mano dura.
No aceptaré las derrotas y saludaré a mis rivales con asco y sólo cuando sea inevitable.
Recortaré las columnas de Fernando Londoño, y lo que tiene aun más mérito trataré de leerlas hasta el final sin quedarme dormido.
Creeré que deberíamos hacer una constitución a la que uno pudiera cambiar un articulito cada vez que se le dé la gana, para que Uribe no se vaya nunca de la presidencia.
Creeré que no hay nadie fuera de Uribe, ni hubo nadie antes, ni habrá nadie después.
Me compraré un caballo y un sombrero y los cabalgaré y no me sentiré como un Ochoa sino como un Uribe al hacerlo.
Creeré que Uribe es entretenido incluso hablando de fútbol.
Me cortaré el pelo al ras, me apuntaré el botón del bobo.
Tendré sexo con las medias puestas y solamente para procrear.
Ingresaré al Opus Dei.
Admiraré a Franco en secreto.
En adelante soy uribista, les pido a mis vecinos y a las personas que me rodean, que por favor ahora si me acepten.
Por cortesía de La Lore desde el Sur.
Capandres
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