Sin una educación de alta calidad no es posible el progreso de Colombia
Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en la audiencia pública “Por la defensa de la calidad en la universidad pública”, Recinto del Senado, 3 de abril de 2008
Mis saludos a todos ustedes y a quienes nos escuchan. Empiezo contándoles que hay 17 universidades públicas donde profesores y estudiantes están atentos a esta audiencia. Mis saludos a todos ellos y mis mejores deseos.
Voy a hacer una intervención sobre el impacto de la globalización en la educación pública colombiana. Pero antes de entrar en materia, quiero dar una buena nueva. Ayer el ministro de Agricultura tuvo que anunciar que revocaba la decisión de entregarle a un magnate las tierras de los desplazados de Carimagua. (Se oyen aplausos). Si este no fuera el país que nos han impuesto debería haber renunciado, porque o no tuvo la razón hace tres semanas cuando dijo que entregar así esas tierras era una maravilla, o no la tiene ahora cuando decide cambiar la orientación. Pero como en Colombia estamos, es probable que le den la Cruz de Boyacá.
Con el solo conocimiento no basta
Mencionemos muy brevemente una serie de criterios. Primera idea, la importancia del conocimiento. Sin conocimiento no hay progreso social de ningún tipo, no de ahora sino desde siempre. Sin el conocimiento no avanzan las ciencias naturales, nada avanza. Hay una frase sobre la que me gusta insistir, según la cual la tecnología es en buena medida la madre de todos los avances y la expresión material del conocimiento, la forma que toma el conocimiento. Y si el conocimiento es fundamental en las ciencias que llamamos naturales, en las ciencias sociales ni se diga. Casi podría uno decir que las ciencias sociales son conocimiento puro, la antropología, la filosofía, la literatura, etc. Luego enfaticemos en la idea: sin conocimiento no hay nada.
Segunda idea, que es la otra cara de la moneda: Con solo conocimiento tampoco avanzan los pueblos. El conocimiento es una condición necesaria pero no suficiente del desarrollo. De ahí que faltan a la verdad los neoliberales cuando se dedican a hablar de conocimiento y educación solo para hacer demagogia. Ocultan que yo puedo, por ejemplo, saber demasiado de agricultura, pero si los gobiernos me importan productos subsidiados, me destruyen mi agricultura. Un país puede saber mucho de medicina, pero si los hospitales no están abiertos a los habitantes, la gente se muere de cualquier enfermedad. Y sabemos que en el país hay millones de profesionales, especialistas en los más diversos asuntos del conocimiento, trabajando en lo que no es. El caso clásico es el de los taxistas, y lo digo con todo el respeto por esa profesión, que son sicólogos, filósofos, agrónomos. Luego es claro que con el solo conocimiento no basta. El desarrollo exige un progreso de tipo integral cuyo pilar sea el conocimiento, pero sin dejar de lado otros muchos elementos, también parte constitutiva del impulso al conocimiento.
Paso a mencionar otro aspecto, tan elemental que suena como a bobería. La educación es una manera de desarrollar el conocimiento, pero solo si hablamos de educación de alta calidad. Porque si no, se trataría en cierto sentido de una estafa. Lo que desarrolla a un país es que tenga muchos ingenieros, pero si son buenos ingenieros, es decir, si los títulos no son una especie de falsificación en documento público en el que se certifica que la persona sabe lo que no sabe. Este se nos vuelve entonces un asunto crucial, porque nos lo han intentado escamotear. El doctor Uribe habla todo el día del número de estudiantes que hay en Colombia, pero oculta la discusión sobre cuál es la calidad de la educación que se les está impartiendo a los jóvenes.
Relación estrecha entre el aparato educativo y el aparato productivo
Entre el aparato educativo y el aparato productivo se da de manera inexorable una estrecha relación. No es posible separar una cosa de la otra, porque no opera. Pongo un ejemplo sencillo: en una sociedad de cazadores y recolectores, por ejemplo, la de los nukak-makú, y lo digo también con todo el respeto por esos compatriotas, es una necedad establecer un laboratorio de física cuántica o de energía nuclear o de altos niveles de medicina, porque esa sociedad no lo requiere. Entender la relación entre aparato productivo y aparato educativo se nos vuelve fundamental, porque el tipo de educación que una clase dirigente instituye en una determinada sociedad es la que, a juicio de esa clase, se corresponde con las necesidades de dicha sociedad. Y esto me va llevando al punto en que pregunto cuál es el tipo de educación que quienes mandan en Colombia quieren establecer en Colombia en la época de la globalización, no en otra distinta, y cuál fue el tipo de educación o las instituciones superiores públicas que se establecieron cuando en el país había un pensamiento distinto entre las clases dirigentes con respecto al país que se quería.
Miremos brevemente qué está dispuesto para Colombia en la división del trabajo de la globalización neoliberal, qué disponen los planes del FMI sobre qué debe hacer Colombia en este mundo. Es un papel que los imperios les imponen a los países, no de ahora sino desde siempre. España les reservó a sus colonias en América un determinado papel que era el que a ella le convenía. En la globalización neoliberal, a algunos países de Asia, subdesarrollados inicialmente, se les pudo haber dispuesto desarrollar las manufacturas, y ese fue su papel. Pero a Colombia, a estas alturas, después de 17 años de globalización, ya puede uno saber a ciencia cierta qué es lo que le depara la globalización, particularmente con el Tratado de Libre Comercio.
Lo que depara a Colombia la actual división de trabajo
Primero. Especializarse en producir materias primas agrícolas y mineras para la exportación. ¿Qué es una materia prima? Un bien que se exporta con muy poca o ninguna transformación, con poco valor agregado y cuya producción exige poco desarrollo científico local. Ustedes entran a una gran mina de carbón y allí toda la tecnología es importada. El carbón se exporta como materia prima y el conocimiento nacional contribuye a ese desarrollo con muy poco o con nada, bueno, distinto del esfuerzo de los trabajadores.
Segundo. Especialización en maquilas. Lo poco que se hace de industria es en maquiladoras, por definición una industria de baja tecnología y que exige niveles no muy avanzados de especialización del conocimiento y de la mano de obra. Luego estamos hablando de un aparato productivo atrasado por definición y al que le corresponde un aparato educativo igualmente atrasado, que no intenta competir en el mundo con el conocimiento de punta y la gran tecnología, sino que es subsidiario, tributario de las transformaciones que se hacen en otras latitudes. Y lo poco que se deje para producir aquí para el mercado interno se lo toman las trasnacionales que, como es sabido, desarrollan la ciencia y la tecnología donde tienen sus casas matrices. Esta es una característica de la producción trasnacional en la división del trabajo. Aquí de pronto hay una ensambladora de automóviles, pero las partes complejas de la producción nos vienen como CKD, importadas de otras latitudes donde se han establecido avanzados niveles de producción.
El pensamiento único del FMI
Y en lo que tiene que ver con las ciencias sociales, ni se diga. Lo que allí predomina es la idea del pensamiento único, un pensamiento que se define en las metrópolis para la economía, el derecho, la filosofía, y se manda encapsulado para que nuestros estudiantes y profesores lo reproduzcan con toda mansedumbre, un conocimiento al que se le arrebata el fundamento científico y queda convertido en ideología barata, en instrumento de dominación y en herramienta para justificar una globalización inicua como la que se está estableciendo.
Luego podemos afirmar que el tipo de desarrollo que nos impone la globalización es un desarrollo de pacotilla. Se trata de hacer de Colombia un país de pacotilla, un país de quinta categoría. ¿Y esto cómo ensambla con el aparato educativo? Pues debe ser también un aparato educativo de quinta categoría, porque si no vamos a construir un país que valga la pena, para qué introducir un desarrollo que valga la pena. Se trata de implantar una educación pobre para un país pobre, tomado en su conjunto. Y en el caso de los individuos, una educación pobre para los pobres. Recordemos que la globalización incluye profundizar la desigualdad entre los países y de los individuos dentro los países. El aparato educativo que se termina configurando es exactamente eso.
Lo que dijo un rector de la Universidad Nacional
No sorprende por eso que la reforma académica que se empezó a impulsar en la Universidad Nacional de Colombia desde el gobierno del doctor Álvaro Uribe Vélez haya quedado resumida en una frase que he repetido mucho, una frase expresada por el rector de esos días, un académico sin duda de trayectoria: “Quizás estamos ‘enseñando demasiado’” Eso fue que lo dijo, no se le salió sin querer, lo escribió en un libro. “Quizás estamos ‘enseñando demasiado’ –y agregó–, entregando profesionales que superan los requerimientos del mercado”. Es la frase exacta. Esto, que parece absurdo y que cuando yo lo leí no logré comprenderlo, después descubrí que tenía toda la lógica. Hay que hacer una educación más mala, más recortada, con menos posibilidades, y lo he ilustrado muchas veces con este ejemplo: si no vamos a tener cultivos transitorios de trigo, maíz, cebada, porque se van a importar esos productos, para qué tantos años en una facultad de agronomía. Otra manera de ilustrarlo: si nuestros ingenieros electrónicos no van a trabajar en plantas de alta tecnología, sino que habrán de limitarse a vender tarjetas de celulares en los semáforos, para qué darles una educación de calidad. Y si nuestros economistas no van a desarrollar la ciencia económica, sino que van a ser simples repetidores del pensamiento único del FMI, pues tampoco se necesita una educación de alta calidad.
Se renunció expresamente a cualquier proyecto de modernidad
Lo que estamos presenciando es una renuncia expresa a cualquier pensamiento modernizante o a cualquier proyecto de modernidad. Y esa la contradicción de la universidad pública de hoy con la de antes y es por eso que la están deteriorando. La universidad pública se funda en la época en que hubo en Colombia un sueño modernizante, así fuera muy mediocre, pero lo hubo, al fin y al cabo. Colombia se debía parecer a los países desarrollados del mundo, decían las elites nacionales. La educación superior en Colombia debía parecerse a la de Alemania, a la de Estados Unidos. ¡El modelo neoliberal renuncia expresamente a ese sueño! Les parece que lo que se tiene es demasiado bueno, entre comillas, y que si se deteriora, no pasa absolutamente nada. Es tan expresa la renuncia del país a la modernidad que se ha abdicado de manera expresa a la soberanía nacional, el primer elemento de la modernidad. Hablar de modernidad sin soberanía nacional es un despropósito que no resiste el menor análisis. Y la globalización borra cualquier asomo de soberanía.
En concreto, globalización quiere decir privatización de la educación pública de todos los niveles y particularmente de la educación superior. Privatización significa que el Estado abandona en proporciones inmensas a los pobres y a las capas medias. Los abandona de distintas maneras: bajando la cobertura de la educación pública, pues hoy la mitad de la educación superior es privada y un 30% de la educación media, es decir, hay un abandono de la responsabilidad del Estado de educar a la gente. Se incrementan los costos de las matrículas, una manera de sacar de en medio a la gente y de financiar mal la universidad. Y se deteriora la calidad por todas las vías: mala financiación, deterioro de las condiciones laborales de los profesores, aumento de los catedráticos y disminución de los docentes de tiempo completo y toda una serie de prácticas que a lo que finalmente conducen es a menoscabar la calidad de la educación pública.
La educación como mercancía
¿Y qué sucede con la educación privada, a la que le están dando unas responsabilidades desproporcionadas? La educación privada funciona con la lógica de que es mercancía. Y de la misma manera que hay mercancías de alta calidad, las hay de muy mala calidad. Suelo poner el siguiente ejemplo: en el mundo se consiguen almuerzos superlativos de cien y ciento cincuenta dólares, pero también almuerzos de mil pesos, los dos, se supone, con la función de alimentar, pero de qué manera se marcan las diferencias. Lo mismo nos sucede con la universidad privada. Uno puede encontrar, dependiendo del precio que se pague, niveles relativamente altos o muy altos, pero también auténticos garajes para instalar muchachos y echarles el cuento de que los están educando bien. Esto como algo inevitable en este tipo de instituciones, porque la calidad depende del costo de la matrícula y la matrícula tiene que ser relativamente baja o muy baja porque los pobres y las capas medias no pueden pagar más. Entonces se vuelve consustancial el deterioro de la calidad.
Hay que defender a capa y espada la educación pública y particularmente la superior. No es posible resolver los problemas nacionales sin una educación de alta calidad. Y esa educación solo puede ser dada, en las condiciones de Colombia, por una educación pública, universal, que cubra a todos los habitantes sin excepción, y además gratuita, y cuando digo gratuita, es absolutamente gratuita. Estos no son inventos del Polo Democrático Alternativo, como tampoco el reclamo de que debe ser financiada adecuadamente por el Estado para que pueda ser de alta calidad. Así es en Francia, para poner un solo ejemplo. Esto no es ni siquiera socialismo. En Francia hay una educación universal de altísima calidad, gratuita, pagada por el Estado. Es un logro ya inventado, no nos pueden pedir que inventemos la bicicleta. Es el proyecto que hay que defender. Que es difícil de ganar, lo reconozco, como será también difícil sacar este país adelante.
Concluyo invitándolos a todos ustedes y en todos los sitios de Colombia, profesores, estudiantes y colombianos todos, a que entendamos que sin educación de alta calidad Colombia no podrá salir adelante, pero que se necesitan otras cosas. Y que esa educación de alta calidad debe ser una educación garantizada por el Estado a todos los habitantes del país. Pero que para conquistar este derecho, frente al proyecto retardatario de la globalización y de quienes lo agencian en Colombia, como el presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, nos toca movilizarnos, civilizada y democráticamente, pero movilizarnos, en la lucha social para cambiar profundamente a Colombia.
Por Cortesía de
LA LORE desde el Sur.
Capandres